Introducción
Seguro que cuando estabas en el colegio te enseñaron que había dos especies de elefantes, el africano y el asiático. Casi todos los taxonomistas estaban de acuerdo con eso, pero muy pocos siguieron haciendo preguntas sobre los elefantes de los bosques y la sabana africana. Entonces...
¿Cuántos elefantes hay?
Los elefantes del bosque son considerablemente menos voluminosos que los de la sabana, y existen también diferencias de comportamiento que llevaron a algunos taxonomistas a considerar que, en realidad, se trataba de dos especies de distintas de elefante africano: los del bosque y los de la sabana.
La principal evidencia en contra de esta idea era el hecho de que los bosques están directamente conectados con las sabanas, lo que permite que los elefantes de ambos hábitats puedan cruzarse. Por lo que, en teoría, ese contacto facilitaría el flujo genético necesario para mantener una única especie. Por eso, algunos pensaban que, a lo sumo, podrían tratarse de dos subespecies, pero no de especies diferentes.
La discusión se prolongó durante casi un siglo sin una conclusión definitiva. Entonces, en 2001, mediante un sistema de identificación de ADN, establecido para seguir el rastro del marfil obtenido por caza furtiva, demostraba que los elefantes africanos constituían dos especies diferentes (Roca et al., 2001). Los investigadores esperaban encontrar ligeras variaciones entre los elefantes del bosque y los de la sabana, consistentes con una separación a nivel subespecie. Pero los resultados mostraron lo contrario: el análisis del ADN indicó que ambas especies se separaron hace aproximadamente 2,5 millones de años.
De hecho, la diferencia genética entre los elefantes del bosque y los de la sabana equivale al 58% de la diferencia genética que existe entre cualquiera de ellos y el elefante asiático (Elephas maximus). De modo, que ahora la mayoría de los taxonomistas aceptan que hay dos especies de elefantes en África: el elefante del bosque (Loxodonta cyclotis) y el elefante de la sabana (Loxodonta africana)
Pero ahora surge la pregunta interesante: ¿por qué el flujo genético no volvió a unir a las poblaciones en una única especie? Pues, aunque los bosques son colindantes con la sabana, y es cierto que los elefantes del bosque pueden cruzarse con los de la sabana, lo hacen muy raramente. Principalmente porque una hembra y un macho tendrían que encontrarse por casualidad en los límites del bosque justo cuando ambos estén en su período de reproducción, lo cual, en el caso de los elefantes, representa una fracción de tiempo bastante reducida.
La principal evidencia en contra de esta idea era el hecho de que los bosques están directamente conectados con las sabanas, lo que permite que los elefantes de ambos hábitats puedan cruzarse. Por lo que, en teoría, ese contacto facilitaría el flujo genético necesario para mantener una única especie. Por eso, algunos pensaban que, a lo sumo, podrían tratarse de dos subespecies, pero no de especies diferentes.
La discusión se prolongó durante casi un siglo sin una conclusión definitiva. Entonces, en 2001, mediante un sistema de identificación de ADN, establecido para seguir el rastro del marfil obtenido por caza furtiva, demostraba que los elefantes africanos constituían dos especies diferentes (Roca et al., 2001). Los investigadores esperaban encontrar ligeras variaciones entre los elefantes del bosque y los de la sabana, consistentes con una separación a nivel subespecie. Pero los resultados mostraron lo contrario: el análisis del ADN indicó que ambas especies se separaron hace aproximadamente 2,5 millones de años.
De hecho, la diferencia genética entre los elefantes del bosque y los de la sabana equivale al 58% de la diferencia genética que existe entre cualquiera de ellos y el elefante asiático (Elephas maximus). De modo, que ahora la mayoría de los taxonomistas aceptan que hay dos especies de elefantes en África: el elefante del bosque (Loxodonta cyclotis) y el elefante de la sabana (Loxodonta africana)
Pero ahora surge la pregunta interesante: ¿por qué el flujo genético no volvió a unir a las poblaciones en una única especie? Pues, aunque los bosques son colindantes con la sabana, y es cierto que los elefantes del bosque pueden cruzarse con los de la sabana, lo hacen muy raramente. Principalmente porque una hembra y un macho tendrían que encontrarse por casualidad en los límites del bosque justo cuando ambos estén en su período de reproducción, lo cual, en el caso de los elefantes, representa una fracción de tiempo bastante reducida.
¿Qué es esto?
Ahora bien, ¿esto representaría un caso de especiación simpátrica o alopátrica? A primera vista podríamos decir que la especiación que se produce es una especiación alopátrica. Dado que el límite del bosque y la sabana habría funcionado como una barrera física que impidió el cruce entre ambas poblaciones. Pero esto es una contradicción: si previamente se argumentaba que la cercanía geográfica impedía la formación de dos especies debido al flujo genético constante, entonces, ¿cómo es posible que se haya consolidado la separación entre ambas?
En este sentido, se ha desarrollado un modelo matemático basado en la difusión genética, el cual demuestra que no se necesita una barrera física impenetrable para detener el flujo genético (Sayama et al., 2003) (y esto es algo que ya hemos visto aquí). Por lo que, desde esta perspectiva, el caso de los elefantes representaría un caso de especiación simpátrica.
En este sentido, se ha desarrollado un modelo matemático basado en la difusión genética, el cual demuestra que no se necesita una barrera física impenetrable para detener el flujo genético (Sayama et al., 2003) (y esto es algo que ya hemos visto aquí). Por lo que, desde esta perspectiva, el caso de los elefantes representaría un caso de especiación simpátrica.
Conclusión
No todo parece tan obvio después de todo. Pero es así como funciona la evolución.
Bibliografía
- Roca, A. L., Georgiadis, N., Pecon-Slattery, J., & O’Brien, S. J. (2001). Genetic Evidence for Two Species of Elephant in Africa. https://www.jstor.org/stable/3084434?seq=2
- Sayama, H., Kaufman, L., & Bar-Yam, Y. (2003). Spontaneous Pattern Formation and Genetic Diversity in Habitats with Irregular Geographical Features.
https://www.jstor.org/stable/3095247?seq=1
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