Tuesday, September 9, 2025

¿Quién da más?

 Introducción

La selección sexual es la presión que surge cuando ciertos individuos dentro de una población tienen más éxitos que otros a la hora de conseguir pareja y producir descendencia, lo que conduce a un desarrollo de rasgos y conductas que incrementan las posibilidades de reproducirse. Según lo planteado por Trivers (1972), lo importante para la selección sexual es cómo se distribuye el éxito reproductivo entre los individuos de cada sexo.

¿La inversión influye en la selección?
En la mayoría de las especies, la varianza en el éxito reproductivo suele ser mayor en los machos. Esto se debe a que las hembras invierten más recursos en cada cría, dado que deben producir un óvulo, deben de pasar por el proceso de embarazo y posteriormente el cuidado parental, mientras que los machos simplemente producen una gran cantidad de espermatozoides y de bajo coste. Como consecuencia, algunos machos logran reproducirse con muchas hembras, mientras que otros no consiguen descendencia alguna. Esta desigualdad intensifica la selección sexual sobre los machos, favoreciendo la evolución de ornamentos llamativos, armas y comportamientos de competencia o cortejo. Un buen ejemplo de ello son los pavos reales (Pavo cristatus), en los que los machos no participan en el cuidado parental y algunos individuos logran mucho más éxito reproductivo que otros, lo que favorece la evolución de sus llamativas y coloridas colas.

Un pavo real (Pavo cristatus) exhibiéndose. Créditos de la imagen: samilvus

Sin embargo, existe especies que tienen roles invertidos, es decir, aquellas en las que los machos son quienes asumen la mayor inversión reproductiva, ya sea cargando los huevos, protegiendo la descendencia o ejerciendo la mayor parte del cuidado parental. En estos casos, la varianza reproductiva en el éxito reproductivo se desplaza hacia las hembras, que deben competir entre si para acceder a los machos cuidadores y que como resultado, la selección sexual es más intensa en las hembras, siendo ellas quienes desarrollan rasgos sexualmente extremos, como colores brillantes, agresividad o conductas de cortejo, mientras que los machos se vuelven más selectivos.

También existen especies en las que machos y hembras comparten de manera equitativa el cuidado parental. En estos casos, la varianza en el éxito reproductivo tiende a ser similar entre ambos sexos, por lo que la selección sexual no favorece el desarrollo de rasgos extremos ni de un dimorfismo sexual marcado. Esto explica por qué muchas aves marinas monógamas que presentan este patrón, en las que ambos progenitores crían juntos a sus polluelos, no muestren diferencias notables en su apariencia ni en su comportamiento.

Una pareja de pingüinos emperador (Aptenodytes forsteri) con su polluelo. Créditos de la imagen;  Martha de Jong-Lantink

Conclusión
Desde luego, todos estos casos de inversión parental y varianza en el éxito reproductivo son muy interesante, y existen algunos ejemplos de animales que creo que sería una buena idea tratar en el blog.

Bibliografía
  1. Trivers, R. L. (1972). Parental investment and sexual selection.

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