Introducción
Reconozco que este tema ya está muy, pero que muy, quemado, pero es que, tristemente, es un error que se sigue cometiendo muy a menudo en biología evolutiva, así que aquí estamos.
| Qué imagen tan común (y qué errónea es). Iamgen de dominio público. |
Un sinsentido
Esta idea fue defendida tanto por religiones politeístas como monoteístas, dando origen al antropocentrismo, donde el hombre era considerado un ser superior creado por la mano de Dios. Por eso, cuando Darwin propuso su teoría de la evolución y afirmo que esta no tenía ningún propósito, muchas personas creyentes de esta idea se opusieron a la teoría evolutiva. Además, se defendía la idea de que no existían niveles intermedios entre los distintos grupos, considerándolos entidades separadas y no relacionadas.
Durante la década de los años 60, el filósofo jesuita Pierre Teidhard de Chardin, hizo una variación a la escala natural que había propuesto Platón. Este aceptaba que la vida está ramificada, pero que hay una dirección en la evolución, una progresión hacia una mayor complejidad, y ahí estaba Dios de nuevo.
No podemos decir que un elefante es más complejo que un lagarto, porque simplemente representan formas de vida diferentes, que han seguido trayectorias evolutivas distintas, adaptándose a sus respectivos nichos ecológicos a través de intrincados procesos evolutivos. Son, sencillamente, productos de los diversos desafíos que plantea el ambientes.
Además, la complejidad no necesariamente representa una ventaja evolutiva. Si así fuera, no observaríamos tantos casos en que los organismos han perdido estructuras que en algún momento fueron funcionales, pero que dejaron de ser necesarias. Un claro ejemplo de ello son los vestigios evolutivos, como los ojos vestigiales de las ratas topo africanas, que al vivir en madrigueras subterráneas oscuras, ha provocado una reducción de la agudeza visual (Nemac et al., 2008). Otro ejemplo podría ser el caso de los peces ángel abisales (ceratioideos), en los cuales la aparición de la reproducción parasitaría supuso la degeneración de ciertas funciones inmunitarias (Brownstein et al., 2024).
Esto no quiere decir que haya "involucionado", sino que se han adaptado a las condiciones específicas de sus ambientes, perdiendo esos rasgos que ya no les aportaba una ventaja selectiva. Esto es algo que también podría verse en los llamados "fósiles vivientes", organismos que apenas han cambiado en millones de años, como podría ser el famoso caso del celacanto (Latimeroa chalumnae) o el cangrejo herradura (Limulus polyphemus). Si no hay presión selectiva, ¿por qué evolucionar?
Vale, ¿pero qué hay de las mutaciones? Ningún organismo puede evitar por completo las tasas de mutación, pero su evolución genómica es muy lenta, lo que hace que sus características cambien muy lentamente (Nikaido et al., 2013). Además, el bajo número de generaciones por unidad de tiempo, debido a su larga esperanza de vida y ciclo reproductivos lentos, son un factor importante, ya que al no haber presión selectiva, las mutaciones que sí ocurren, no se fijan rápidamente en la población.
La idea de que la evolución es una línea recta que lleva inevitablemente hacia formas más "complejas" o "más evolucionadas", es una visión engañosa de cómo funciona realmente la evolución. La evolución no tiene un objetivo, una dirección fija, sino que responde a las presiones del medio. Y este mal entendido es un remanente anterior a la fecha de publicación de la evolución a través de selección natural.
Hasta aquel momento, la visión tradicional de cómo estaba organizado el mundo se basaba en la scala naturae, de la mano de nuestro querido Platón. Esta idea sostiene que todos los organismos pueden ser ordenados de manera lineal, continua y progresiva, comenzado por el más simple, hasta alcanzar el más complejo, y como no, ahí estaba el hombre.
Hasta aquel momento, la visión tradicional de cómo estaba organizado el mundo se basaba en la scala naturae, de la mano de nuestro querido Platón. Esta idea sostiene que todos los organismos pueden ser ordenados de manera lineal, continua y progresiva, comenzado por el más simple, hasta alcanzar el más complejo, y como no, ahí estaba el hombre.
| Versión moderna de lo que defendía la scala naturae. Imagen de dominio público. |
Esta idea fue defendida tanto por religiones politeístas como monoteístas, dando origen al antropocentrismo, donde el hombre era considerado un ser superior creado por la mano de Dios. Por eso, cuando Darwin propuso su teoría de la evolución y afirmo que esta no tenía ningún propósito, muchas personas creyentes de esta idea se opusieron a la teoría evolutiva. Además, se defendía la idea de que no existían niveles intermedios entre los distintos grupos, considerándolos entidades separadas y no relacionadas.
Durante la década de los años 60, el filósofo jesuita Pierre Teidhard de Chardin, hizo una variación a la escala natural que había propuesto Platón. Este aceptaba que la vida está ramificada, pero que hay una dirección en la evolución, una progresión hacia una mayor complejidad, y ahí estaba Dios de nuevo.
No podemos decir que un elefante es más complejo que un lagarto, porque simplemente representan formas de vida diferentes, que han seguido trayectorias evolutivas distintas, adaptándose a sus respectivos nichos ecológicos a través de intrincados procesos evolutivos. Son, sencillamente, productos de los diversos desafíos que plantea el ambientes.
Además, la complejidad no necesariamente representa una ventaja evolutiva. Si así fuera, no observaríamos tantos casos en que los organismos han perdido estructuras que en algún momento fueron funcionales, pero que dejaron de ser necesarias. Un claro ejemplo de ello son los vestigios evolutivos, como los ojos vestigiales de las ratas topo africanas, que al vivir en madrigueras subterráneas oscuras, ha provocado una reducción de la agudeza visual (Nemac et al., 2008). Otro ejemplo podría ser el caso de los peces ángel abisales (ceratioideos), en los cuales la aparición de la reproducción parasitaría supuso la degeneración de ciertas funciones inmunitarias (Brownstein et al., 2024).
Esto no quiere decir que haya "involucionado", sino que se han adaptado a las condiciones específicas de sus ambientes, perdiendo esos rasgos que ya no les aportaba una ventaja selectiva. Esto es algo que también podría verse en los llamados "fósiles vivientes", organismos que apenas han cambiado en millones de años, como podría ser el famoso caso del celacanto (Latimeroa chalumnae) o el cangrejo herradura (Limulus polyphemus). Si no hay presión selectiva, ¿por qué evolucionar?
Vale, ¿pero qué hay de las mutaciones? Ningún organismo puede evitar por completo las tasas de mutación, pero su evolución genómica es muy lenta, lo que hace que sus características cambien muy lentamente (Nikaido et al., 2013). Además, el bajo número de generaciones por unidad de tiempo, debido a su larga esperanza de vida y ciclo reproductivos lentos, son un factor importante, ya que al no haber presión selectiva, las mutaciones que sí ocurren, no se fijan rápidamente en la población.
¿Basal significa primitivo?
En base a toda mi línea de argumentación, la evolución no debe de verse como un proceso con una finalidad. Pero entonces, ¿por qué en biología evolutiva se tienen en cuenta los conceptos de "basal" o "primitivo" cuando estudiamos la historia evolutiva de un determinado grupo? ¿No sería contradictorio?
Pues no, ambos conceptos no implican que esos organismos sean menos evolucionados o menos complejos en un sentido jerárquico. Más bien, "basal" hace referencia a la posición que ocupa un linaje dentro del árbol evolutivo, mientras que "primitivo" se refiere a la conservación de rasgos que estaban presentes en los ancestros comunes del grupo.
Pues no, ambos conceptos no implican que esos organismos sean menos evolucionados o menos complejos en un sentido jerárquico. Más bien, "basal" hace referencia a la posición que ocupa un linaje dentro del árbol evolutivo, mientras que "primitivo" se refiere a la conservación de rasgos que estaban presentes en los ancestros comunes del grupo.
| Uno de los ejemplos más conocidos (y mal entendidos) es el proceso de evolución de los caballos, que representa a la forma más primitiva que aumenta progresivamente en tamaño, a medida que también va perdiendo los dedos, hasta llegar al caballo actual. Imagen extraída de aquí. |
Por ejemplo, Eohippus es considerado una forma primitiva de linaje de los caballos, no porque sea inferior, sino porque conserva características primitivas, como la presencia de sus múltiples dedos, que posteriormente se fueron modificando en especies más derivadas como Equus. ¿Pero en este caso no se estaría viendo exactamente lo mismo que estoy diciendo que no existe?
A primera vista, podría parecer que sí, si tenemos en cuenta de que a lo largo del tiempo evolutivo, este linaje pasó de una forma pequeña y con varios dedos a formas más grandes y especializadas (?) hacia un estilo de vida cursorial. Esta aparente tendencia hacia una mayor complejidad o tamaño corporal es lo que se conoce como la Regla de Cope, una hipótesis propuesta por el paleontólogo Edward Drinker Cope, que sugiere que en muchos linajes de organismos existe una tendencia evolutiva al aumento de tamaño corporal (Hone y Benton, 2005).
Pero esta idea es bastante simplista. Si bien se ha observado esa tendencia en ciertos grupos, no se trata de una ley universal, y muchos menos aún, de una progresión obligatoria hacia una mayor complejidad. La propia evolución del caballo desmiente esta visión lineal. Sabemos que desde hace más de un siglo que los caballos, como grupo, no crecieron de forma consistente ni progresiva, ni todas las especies acabaron pareciéndose a Equus. En realidad, se diversificaron en numerosas formas durante sus 55 millones de años de historia evolutiva, tratándose así, de una enorme red de ramificaciones.
A primera vista, podría parecer que sí, si tenemos en cuenta de que a lo largo del tiempo evolutivo, este linaje pasó de una forma pequeña y con varios dedos a formas más grandes y especializadas (?) hacia un estilo de vida cursorial. Esta aparente tendencia hacia una mayor complejidad o tamaño corporal es lo que se conoce como la Regla de Cope, una hipótesis propuesta por el paleontólogo Edward Drinker Cope, que sugiere que en muchos linajes de organismos existe una tendencia evolutiva al aumento de tamaño corporal (Hone y Benton, 2005).
Pero esta idea es bastante simplista. Si bien se ha observado esa tendencia en ciertos grupos, no se trata de una ley universal, y muchos menos aún, de una progresión obligatoria hacia una mayor complejidad. La propia evolución del caballo desmiente esta visión lineal. Sabemos que desde hace más de un siglo que los caballos, como grupo, no crecieron de forma consistente ni progresiva, ni todas las especies acabaron pareciéndose a Equus. En realidad, se diversificaron en numerosas formas durante sus 55 millones de años de historia evolutiva, tratándose así, de una enorme red de ramificaciones.
Bueno, alejémonos de la evolución del caballo y sigamos con la dinamita.
Boom. ¿y las tendencias evolutivas?
Las reconstrucciones de brontoterios abarcan desde aproximadamente 55 millones de años (A), hasta 35 millones de años (D). Se desconoce la causa de esa tendencia. Simplemente, podría ser un subproducto de la selección por el aumento de tamaño corporal, o el resultado de la selección sexual, los individuos con cuernos más grandes podrían haber tenido una mayor ventaja en las competencias de cabezazos por las hembras y haber conseguido ese rasgo.
Pero esto no implica una direccionalidad per se, más bien refleja que ciertas presiones evolutivas pueden llegar a generar cambios predecibles, ya que el hecho de que esta tendencia haya aparecido en distintos linajes de brontoterios indica que no fue un evento aislado, sino más bien una respuesta común a presiones muy similares. Además, no todas las tendencias apuntan hacia un aumento de tamaño, una prueba de ello es el enanismo insular.
De hecho, recientemente se ha descubierto que el aumento neto en el tamaño corporal en el grupo de los brontoterios no fue resultado de una evolución direccional dentro de cada linaje, como sugería la regla de Cope, sino que los cambios de tamaño ocurrieron principalmente durante eventos de especiación, un patrón conocido como evolución especiacional. A medida que algunas especies de brontoterios aumentaba en tamaño corporal debido a esos procesos de especiación, pasaban a ocupar nichos ecológicos menos saturados, pero su tasa de especiación (la generación de nueva especies) disminuía, aunque presentaba un menor riesgo de extinción (Sanisidro et al., 2023)
Decir que no hay dirección en la evolución no significa que no existan patrones repetitivo que surgen múltiples veces en distintos linajes. Pues, eso es lo que se conoce como tendencia evolutiva: un cambio direccional que experimentaron el mismo tipo de cambio durante un tiempo determinado.
Por ejemplo, los brontoterios (un clado extinto relacionado con los caballos y los rinocerontes) presentan una tendencia evolutiva. Los brontoterios tenían protuberancias óseas que se extendía desde su narices. La secuencia de cráneos fósiles de estos animales muestra que los cambios evolutivos en el tamaño de estos "cuernos" no fueron aletorios, sino que ocurrieron de forma repetida y direccional en varios linajes diferentes de brontoterios, experimentando el mismo tipo de cambio en el tamaño de los cuernos.
Las reconstrucciones de brontoterios abarcan desde aproximadamente 55 millones de años (A), hasta 35 millones de años (D). Se desconoce la causa de esa tendencia. Simplemente, podría ser un subproducto de la selección por el aumento de tamaño corporal, o el resultado de la selección sexual, los individuos con cuernos más grandes podrían haber tenido una mayor ventaja en las competencias de cabezazos por las hembras y haber conseguido ese rasgo.
Pero esto no implica una direccionalidad per se, más bien refleja que ciertas presiones evolutivas pueden llegar a generar cambios predecibles, ya que el hecho de que esta tendencia haya aparecido en distintos linajes de brontoterios indica que no fue un evento aislado, sino más bien una respuesta común a presiones muy similares. Además, no todas las tendencias apuntan hacia un aumento de tamaño, una prueba de ello es el enanismo insular.
De hecho, recientemente se ha descubierto que el aumento neto en el tamaño corporal en el grupo de los brontoterios no fue resultado de una evolución direccional dentro de cada linaje, como sugería la regla de Cope, sino que los cambios de tamaño ocurrieron principalmente durante eventos de especiación, un patrón conocido como evolución especiacional. A medida que algunas especies de brontoterios aumentaba en tamaño corporal debido a esos procesos de especiación, pasaban a ocupar nichos ecológicos menos saturados, pero su tasa de especiación (la generación de nueva especies) disminuía, aunque presentaba un menor riesgo de extinción (Sanisidro et al., 2023)
Conclusión
En fin... la evolución es muy compleja. Hasta cierto punto, es como un problema matemático que combina una multitud de variables prácticamente infinitas. Cada "ecuación" evolutiva tiene miles de componentes y resulta imposible predecir un único resultado. Y hay cuestiones que parecen casi paradójicas: si no existe una tendencia definida ¿por qué la vida tienden a desarrollar formas cada vez más complejas? ¿Por qué unas simples células decidieron unirse y formar organismos pluricelulares?
Bibliografía
- Němec P, Cveková P, Benada O, Wielkopolska E, Olkowicz S, Turlejski K, Burda H, Bennett NC, Peichl L. 2008. The visual system in subterranean African mole-rats (Rodentia, Bathyergidae): Retina, subcortical visual nuclei and primary visual cortex.
https://sci-hub.se/10.1016/j.brainresbull.2007.10.055 - Brownstein, Chase & Zapfe, Katerina & Lott, Spencer & Harrington, Richard & Ghezelayagh, Ava & Dornburg, Alex. (2024). Synergistic innovations enabled the radiation of anglerfishes in the deep open ocean.
https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(24)00576-1 - Nikaido, Masato & Noguchi, Hideki & Nishihara, Hidenori & Toyoda, Atsushi & Suzuki, Yutaka & Kajitani, Rei & Suzuki, Hikoyu & Okuno, Miki & Aibara, Mitsuto & Ngatunga, Benjamin & Mzighani, Semvua & Kalombo, Hassan & Masengi, Kawilarang & Tuda, Josef & Nogami, Sadao & Maeda, Ryuichiro & Iwata, Masamitsu & Abe, Yoshitaka & Fujimura, Koji & Okada, Norihiro. (2013). Coelacanth genomes reveal signatures for evolutionary transition from water to land.
https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC3787270/ - Hone, David & Benton, Michael. (2005). The evolution of large size: How does Cope's Rule work?. Trends in ecology & evolution.
https://benton.blogs.bristol.ac.uk/files/2019/07/2005Hone.pdf - Sanisidro, Oscar & Mihlbachler, Matthew & Cantalapiedra, Juan. (2023). A macroevolutionary pathway to megaherbivory.
https://www.researchgate.net/publication/370689672_A_macroevolutionary_pathway_to_megaherbivory
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