Wednesday, April 23, 2025

Hibrido: ¡Bienvenido nuevo organismo inclasificable!

Introducción

Los seres humanos tenemos por naturaleza la tendencia a clasificar y organizarlo TODO y la biología no es la excepción, para ellos nos basamos en la taxonomía, que es una rama de la biología encargada de identificar, clasificar y nombrar las especies, y aquí es cuando surge el problema con los híbridos


¿Pero qué es un híbrido y por qué se forma?
Los híbridos es el producto del cruce de dos (o más) especies diferentes, por lo que contienen un 50% de los genes de cada progenitor (Allendorf y Liukart, 2007), de ahí su aspecto fenotípico. La hibridación ocurre porque ambas especies están cercanamente emparentadas y no hay un aislamiento reproductivo completo y puede ocurrir, tanto entre especies que han evolucionado en alopatría y vuelven a entrar en contacto, así como entre especies simpátricas que, al haber especiado juntas, deberían de tener barreras reproductivas completas, pero por alguna razón, sus barreras reproductivas no pueden prevenir la hibridación.


Implicaciones evolutivas de la hibridación
La hibridación se considera una forma de especiación en la que, dado que produce la formación de una nueva especie. En un principio se consideraba que la hibridación era un proceso evolutivo muy inusual, pero con el surgimiento de los análisis de ADN en la década de los 90, se ha demostrado que la especiación es híbrida es un fenómeno bastante común, tratando una amplia gama de plantas (Zeraatkar et al., 2024; Edens-Meier et al., 2013) y animales (Grobler et al., 2018, Hermansen et al., 2011).

De hecho, en su momento se pensó que la hibridación podría llegar a conducir a la perdida de biodiversidad genética, debido a la extinción de una o ambas especies parentales implicadas, debido a: (1) una mayor adecuación biológica de la descendencia fértil híbrida, en comparación con las especies parentales en el hábitat de una o ambas especies, fenómeno conocido como "heterosis" (Shull, 1948) o  vigor genético, lo que lleva al remplazo del genotipo parental por uno de origen híbrido (inundación genética), este fenómeno puede representar una amenaza potencialmente grave para las poblaciones endémicas (Guay y Tracey, 2009; 
Rhymer y Simberloff, 1996), (2) hay una reducción en la tasa de crecimiento poblacional de una de las especies parentales involucradas debido a la generación de descendencia híbrida inviable y (3), un aumento de la capacidad competitiva de una de las especies parentales como resultado de la introgresión (el movimiento de genes de una especie a otra debido a la hibridación y posterior retrocruce con un parental). Esto permite que algunas especies puedan obtener las variantes genéticas que están adaptadas a las condiciones locales. (Anderson, 1949)

Algo que se ha observado entre el caballito del diablo coletilla azul (Ischnura elegans) y la coletilla azul ibérica (Ischnura graellsi) en el norte de la península, lo que ha permitido al primero, adaptarse a las condiciones climáticas de la zona, facilitando así la colonización y desplazando en el proceso a la coletilla azul ibérica (Wellenreuther et al., 2018; Swaegers et al., 2022).

A la izquierda, caballito del diablo coletilla azul (Ischnura elegans) y a la derecha, coletilla azul ibérica (Iscchnura graellsi). Créditos de la imagen: MS Nature Photography (derecha) y la imagen restante extraída de aquí.

Incluso nuestra propia especie es el resultado de un proceso de hibridación: los humanos modernos poseen material genético tanto de los neandertales (Christopher, 2011) como de los denisovanos (Huerta-Sánchez et al., 2014).

¿Problema o ventaja evolutiva?
Aunque la hibridación puede llegar a representar un peligro para ciertas especies vulnerables. También se ha observado que puede favorecer la adaptación ante el cambio climático (Brauer et al., 2022), así como facilitar la radiación adaptativa de una manera rápida y extensa (Meier et al., 2017)

Los cíclidos de la región del lago Victoria evolucionaron a partir de un enjambre híbrido de dos linajes de cíclidos divergentes, uno del Congo y otro del sistema de drenaje de Alto Nilo. De Meier et al., 2017

Pero para que todo esto se pueda llevar a cabo, la descendencia  híbrida debe de ser viable, pero esta última se encuentra aislada reproductivamente de ambas especies parentales. El aislamiento entre la descendencia híbrida y las especies parentales puede ocurrir en la primera generación o puede presentarse posteriormente y reforzarse paulatinamente a lo largo de las generaciones


Cuando el humano crea híbridos
Bueno, al igual que el hombre que descubrió el fuego, el ser humano siempre ha tenido ese afán natural de experimentar, lo que hace que lleve a la creación de híbridos artificiales por puro exhibicionismo. Siendo un claro ejemplo el caso de los ligres, los cebrallos, el mulo, entre otro animales que son fruto de la hibridación artificial, siendo la gran mayoría de todos ellos estériles.

Animales híbridos, creados artificialmente. En el sentido de las agujas del reloj, cebrasno, mula, ligre y tigon. Imágenes de dominio público.

¡Bienvenido nuevo organismo inclasificable!
Bueno, una vez comprendido el origen de los híbridos y sus implicaciones evolutivas, falta aclarar una cuestión y es: ¿cómo los clasificamos?

Esto es, sin duda uno de los grandes dilemas de la taxonomía. Al compartir características de ambos progenitores, resulta complicado ubicarlos en un grupo taxonómico claro, ya sea por su morfología, genética o capacidad reproductiva. Entonces, ¿deberíamos considerar a un híbrido como una especie nueva? ¿O simplemente como una mezcla sin clasificación formal? La respuesta, como suele pasar en biología, no es nada sencilla.

Lo que sí sabemos es que algunos híbridos, como ocurre en ciertos casos de aves o plantas, pueden reproducirse entre sí y formar poblaciones estables en la naturaleza. Esto podría justificar su reconocimiento como nuevas especies. Pero no todos los híbridos son así, también están aquellos casos que solo existen gracias a la intervención humana o al contacto continuo con las especies parentales. En estos casos, es más difícil justificar su clasificación como especie independiente.

Asimismo, la existencia de zonas híbridas (áreas de distribución de dos especies que se cruzan o linajes interespecíficos divergentes se encuentran y se fertilizan mutuamente), complica más el asunto.

Conclusión
Lo que está claro es que la hibridación, en ciertos contextos, puede suponer suponer un problema, pero a su vez también representa un mecanismo evolutivo y adaptativo, especialmente frente al riesgo del cambio climático.

En cuanto a su clasificación taxonómica, lo más conservador sería nombrarlos como el cruce del que provienen. Pero, realmente, esto no refleja con precisión su posición taxonómica, ya que si estas poblaciones híbridas son estables, reproductivamente aisladas de sus progenitores y ocupan un nicho ecológico propio, podría considerarse su reconocimiento como nuevas especies.

Bibliografía
  1. Allendorf, F. W., and Liukart, G. (eds.) 2007. “Hybridization,” in Conservation and the Genetics of Populations
  2. Zeraatkar, Amin & Shirmardi, Hamzehali & Mokhtarpour, Touraj. (2024). Dionysia × mallahiae (Primulaceae): a new natural hybrid between D. iranshahrii and D. zagrica. https://www.researchgate.net/publication/388448061_Dionysia_mallahiae_Primulaceae_a_new_natural_hybrid_between_D_iranshahrii_and_D_zagrica
  3. Meier, Retha & Westhus, Eric & Bernhardt, Peter. (2013). Floral biology of large-flowered Thelymitra species (Orchidaceae) and their hybrids in Western Australia. https://www.researchgate.net/publication/273991079_Floral_biology_of_large-flowered_Thelymitra_species_Orchidaceae_and_their_hybrids_in_Western_Australia
  4. Grobler, P., van Wyk, A.M., Dalton, D.L. et al. Assessing introgressive hybridization between blue wildebeest (Connochaetes taurinus) and black wildebeest (Connochaetes gnou) from South Africa. https://link.springer.com/article/10.1007/s10592-018-1071-x#Sec7
  5. Hermansen, J. S., Saether, S. A., Elgvin, T. O., Borge, T., Hjelle, E., & Saetre, G. P. (2011). Hybrid speciation in sparrows I: phenotypic intermediacy, genetic admixture and barriers to gene flow. http//www.ornitologiasiciliana.it/pdf/PasseritaliaeGenetica_2021.pdf
  6. George Harrison Shull, WHAT IS "HETEROSIS"? https://academic.oup.com/genetics/article-abstract/33/5/439/6032125?redirectedFrom=fulltext&login=true
  7. Guay, P.-J & Tracey, John. (2009). Feral Mallards: A risk for hybridisation with wild Pacific Black Ducks in Australia? https://www.researchgate.net/publication/287428438_Feral_Mallards_A_risk_for_hybridisation_with_wild_Pacific_Black_Ducks_in_Australia
  8. Rhymer, Judith & Simberloff, Daniel. (2003). Rhymer JM, Simberloff D. Extinction by hybridization and introgression. https://www.researchgate.net/publication/234149104_Rhymer_JM_Simberloff_D_Extinction_by_hybridization_and_introgression_Ann_Rev_Ecol_Syst_27_83-109
  9. Anderson E (1949). Introgressive Hybridization. https://archive.org/details/introgressivehyb00ande
  10. Wellenreuther, Maren & Muñoz, Jesús & Chávez-Ríos, Jesús & Hansson, Bengt & Cordero-Rivera, Adolfo & Sánchez Guillén, Rosa. (2018). Molecular and ecological signatures of an expanding hybrid zone. https://www.researchgate.net/publication/324565787_Molecular_and_ecological_signatures_of_an_expanding_hybrid_zone
  11. Swaegers, Janne & Sánchez Guillén, Rosa & Carbonell, José & Stoks, Robby. (2021). Convergence of life history and physiology during range expansion toward the phenotype of the native sister species. https://www.researchgate.net/publication/356010515_Convergence_of_life_history_and_physiology_during_range_expansion_toward_the_phenotype_of_the_native_sister_species
  12. Wills, Christopher. (2011). Genetic and Phenotypic Consequences of Introgression Between Humans and Neanderthals. Advances in genetics. https://www.researchgate.net/publication/51813964_Genetic_and_Phenotypic_Consequences_of_Introgression_Between_Humans_and_Neanderthals
  13. Brauer, Chris & Sandoval-Castillo, Jonathan & Gates, Katie & Hammer, Michael & Unmack, Peter & Bernatchez, Louis & Beheregaray, Luciano. (2022). Natural hybridisation reduces vulnerability to climate change.
  14. Meier, Joana & Marques, David & Mwaiko, Salome & Wagner, Catherine & Excoffier, Laurent & Seehausen, Ole. (2017). Ancient hybridization fuels rapid cichlid fish adaptive radiations. https://www.researchgate.net/publication/313581712_Ancient_hybridization_fuels_rapid_cichlid_fish_adaptive_radiations

Monday, April 21, 2025

Las bases de la comunicación animal

  Introducción

Una mancha oscura en el vientre de un ciervo, un bostezo no muy amigable, colores que brillan bajo el sol o el canto de un pequeño pajarito. Estas, junto a una infinidad de otras señales sutiles o llamativas, hacen que la comunicación animal sea un campo bastante tentador para cualquier biólogo en esta vida. Entonces...¿por qué no estudiarlo?

Dos individuos de ánade azulón acicalándose. Créditos de la imagen: La mirlina de campo.

¿Los animales se comunican?
Los científicos se llevan haciendo esta pregunta desde siempre, y la cuestión terminó por despertar la curiosidad de uno de los mejores naturalista de la historia, nuestro querido amigo Charles Darwin, que el 26 de noviembre de 1872 publicó La expresión de las emociones en el hombre y los animales, donde reconoció que cada postura y expresión facial tiene un significado distinto y puede asociarse a una emoción o estado de ánimo. Esta "ley universal" de las expresiones explica por qué muchas expresiones animales se parecen a las humanas, y viceversa.

No obstante, a pesar de su gran aporte, Darwin continuó siendo víctima de una idea dominante de su tiempo: la comunicación animal está completamente vinculada a las emociones. Es decir, los animales no poseen un sistema de comunicación como el que entendemos hoy, sino que sus sonidos y posturas son respuestas emocionales. Por ejemplo, un mirlo que ve acercarse a un depredador puede escapar por miedo y, como consecuencia del susto, emitir su chillido de alarma, alertando involuntariamente a los demás pájaros.

Hoy en día sabemos que la realidad es muy distinta de como la percibía Darwin, pero hemos tenido que aprender a distinguir lo que es comunicación y lo que no. Por ejemplo, ruborizarse es un comportamiento humano, que transmite a quien nos ve una serie de indicaciones sobre nuestro estado de ánimo, pero no es una forma de comunicación voluntaria.

La diferencia entre aviso y comunicación
La clave de esta distinción radica en la intencionalidad (no confundir con la intencionalidad humana). Si un animal emite un sonido o realiza un comportamiento con la intención de transmitir un mensaje a otro individuo, estamos ante un acto de comunicación. En el caso del mirlo, si al ver un depredador escapa y emite su grito de alarma, lo hace con el objetivo de alertar a sus congéneres, no simplemente por miedo. También de esta forma puede alertar a otros, aumentando las probabilidades de que el depredador ataque a otro pájaro, lo que le beneficiaría a él.

Esquema gráfico de la comunicación de alarma en el mirlo. Elaborado por Ciencia Verde.

En este ejemplo que acabo de ilustrar, podemos ver cómo funciona la comunicación: hay un emisor (el mirlo) que envía un mensaje codificado (su grito de alarma) a través de un medio (el aire), y un receptor (el otro mirlo) que recibe el mensaje y actúa en consecuencia, alterando su comportamiento (escapando).

Al mismo tiempo, este ejemplo en sí mismo hace una clara distinción entre estímulo y señal. El estímulo es el depredador, que produce un cambio en el entorno y provoca la llamada de alarma del mirlo. Esta llamada es la señal, tratándose de un comportamiento intencional que el mirlo emite para transmitir la información a sus compañeros.

La sorprendente variedad de mensajes
Los mensajes pueden ser de un sin fin de formas: visuales, auditivos, olfativos o táctiles, e incluso pueden ser señales eléctricas. El tipo de señal (mensaje) depende del ambiente en el que vive ese organismo, por ejemplo: si vive en total oscuridad y es ciego, el cambiar de color no tiene mucho sentido, por lo que centrarse en las señales visuales no es que sea muy buena idea, pero si se vive en la oscuridad y tiene muy buena vista, sería perfecto emitir luz. De modo que el tipo de mensaje depende del hábitat en el que vive una especie, pero también de su preadaptación. Si se tiene una laringe y un par de orejas, un sonido sería una señal ideal para comunicarse, y si se carece de orejas pero se tiene una buena nariz, podrían ser más adecuadas las señales olfativas.

Nosotros, los humanos al no ver en ultravioleta, ni oír infrasonidos ni ultrasonidos, ni tener un olfato particularmente ultra desarrollado, y por eso hay muchos aspectos de la comunicación animal que aún no entendemos. Pero la capacidad de comunicarse eficazmente con otros individuos juega un papel fundamental en la vida de todos los animales

Las implicaciones de la comunicación
Al igual que nosotros, los animales se comunican de muchas formas y en muchas situaciones distintas: para reconocerse, resolver conflictos, delimitar territorios y defenderlo de los enemigos, lo que da una idea de la frecuencia con la que se comunica. También existe toda una gama de comunicaciones relacionadas con el ámbito sexual: se comunican para indicar la disponibilidad de una pareja o cortejarla, mediante rituales de baile interesantísimos o incluso lo más jóvenes, haciendo saber a sus padres que tienen hambre.

Múltiples formas de comunicación, representadas en diferentes situaciones. De izquierda a derecha, (A) un león marcando territorio, (B) ritual de apareamiento del ave del paraíso soberbia de Vogelkop (Lophorina superba) y (C) polluelos de diamante de Gould (Chloebia gouldiae) pidiendo comida a sus progenitores. Imágen del león extraída de aquí, Tim Lamán, imagen de  polluelos pidiendo comida a sus progenitores extraída de aquí.

En las especies gregarias, es fundamental mantener buenas relaciones con el grupo, conservar su cohesión, reforzar los vínculos y, en ocasiones, informar a los demás cuando se ha encontrado una fuente de alimento que puede compartirse. También es importante comunicarse con el grupo para permanecer unidos durante los desplazamientos o, como el caso del mirlo, para avisar a los congéneres de la presencia de un peligro.

En todos estos casos, se trata de comunicación entre individuos de una misma especie, es decir, comunicación intraespecífica. Pero siempre hay excepciones. Las aves son un claro ejemplo de ellos: algunas especies son capaces de reconocer y comprender las llamadas de alarma de otras aves, lo que sin duda representa una ventaja, ya que les permite detectar el peligro con una mayor antelación y aumentar sus probabilidades de escapar (Potvin et al., 2018; Magrath et al., 2015).

Señales honestas
A Finalmente, las señales son, en su mayoría, honestas, en el sentido de que transmiten información fiable sobre el emisor, como su estado de salud o su edad. Un buen ejemplo de esto son los colores brillantes del plumaje de un flamenco, que indica su estado de salud (Amat y Rendón, 2017). Por lo general, los animales no desperdician su energía en comunicar algo falso, ya que esto podría ponerlos entre la vida y la muerte, aunque siempre hay excepciones.

Un ejemplo de ave que indica su estado de salud mediante la coloración de su plumaje, es el flamenco de las Galápagos (Phoenicopterus ruber). Créditos de la imagen: Eduardo Martín.

Conclusión
Sin duda, la comunicación animal (al igual que la etología) es un campo de investigación verdaderamente increíblse. En este pequeño y breve artículo solo he rozado la puntita del iceberg. ¿Quizás para generar un poco de hype? Puede ser...

Bibliografía
  1. Darwin, Charles. (1872). The Expression Of The Emotions In Man And Animals. https://www.researchgate.net/publication/375293484_The_Expression_Of_The_Emotions_In_Man_And_Animals
  2. Potvin, Dominique & Ratnayake, Chaminda & Radford, Andrew & Magrath, Robert. (2018). Birds Learn Socially to Recognize Heterospecific Alarm Calls by Acoustic Association https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0960982218307759
  3. Magrath, R. D., Haff, T. M., McLachlan, J. R., & Igic, B. (2015). Wild birds learn to eavesdrop on heterospecific alarm calls. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0960982215007228
  4. Amat, Juan & Rendón, Miguel. (2017). Flamingo coloration and its significance. https://www.researchgate.net/publication/312056401_Flamingo_coloration_and_its_significance

Saturday, April 19, 2025

Razas de perro: ¿posibles separaciones de una especie?

 Introducción

La verdad es que no fue hasta hace poco (finales del 2024) que se me ocurrió esta pregunta. Si tenemos en cuenta que, a lo largo de miles de años, el ser humano ha modelado a los perros a su antojo mediante un intenso proceso de selección artificial, dando lugar a una asombrosa variedad de razas con características físicas, conductuales y fisiológicas extremadamente diversas. ¿Por qué no podríamos llegar a considerar todas estas múltiples variedades como especies separadas?

Posible individuo de perro pastor de Cumberland. Créditos de la imagen: Ciencia Verde.

La pregunta y el experimento
Tradicionalmente, el concepto de especie se define como: "una o más poblaciones cuyos miembros son capaces de cruzarse entre sí en la naturaleza para producir descendencia fértil y no se cruzan con miembros de otras especies" (Solomon et al., 2018). Aunque esta es una definición bastante simple para este concepto, para el contexto en el que la vamos a utilizar es adecuada. Bajo esta definición, todas las razas de perro pertenecerían a la misma especie, dado que todas comparten la misma carga genética, es decir, pertenecen a la misma especie, Canis familiaris.

Sin embargo, lo que se expresa de manera diferente y sorprendentemente variado, es su fenotipo. Y es que, a pesar de compartir la misma especie, la variabilidad en tamaño, forma, color, comportamiento y otras características es lo que nos hace cuestionar hasta qué punto estas diferencias no podrían justificar una distinción a nivel de especie. Por ejemplo, imaginemos el siguiente experimento: supongamos que tenemos dos poblaciones de perros con la suficiente cantidad de individuos para evitar la endogamia. Estas dos poblaciones serían una de chihuahua y otra de san bernardos, imaginando que dichas poblaciones tienen los tamaños más extremos que pueden adquirir (lo san bernardos sería extremadamente grandes y los chihuahuas extremadamente pequeños).

Bajo este escenario, ambas poblaciones serían incapaces de reproducirse entre sí (los chihuahuas con los san bernardos y viceversa) de manera natural, debido a sus diferencias extremas de tamaño. Genéticamente seguirían perteneciendo a la misma especie, pero fenotípicamente son muy distintas. Si además suponemos que el ser humano no intervendría utilizando técnicas de reproducción asistida, como la  inseminación artificial y dejamos el tiempo suficiente (seguramente, miles de millones de años), es muy posible (sino, casi seguro), que estas poblaciones sufran un proceso de especiación simpátrica, dando lugar a la divergencia y eventualmente al surgimiento de dos especies distintas, aunque muy estrechamente emparentadas.

 El problema (conclusión)
El problema de este experimento teórico que acabo de plantear aquí es: (1) sería prácticamente imposible conseguir una población lo suficientemente grande como para evitar la endogamia, se necesitarían cientos, o incluso millones, de individuos para mantener una alta diversidad genética y evitar el riesgo de la endogamia. (2) También sería imposible asegurar que todos esos individuos presenten los tamaños más extremos posibles de su raza. Y (3) incluso si se lograra los 2 puntos anteriores, se necesitaría una cantidad de tiempo evolutivamente significante (seguramente, millones de años) sin intervención humana para que ocurra una especiación real.

De todas formas, si hiciéramos este experimento sin contar con las condiciones planteadas en "La pregunta y experimento", lo más probable es que aquellos individuos que presentan tamaños compatibles para una reproducción  práctica podrían reproducirse entre sí y mezclarse genéticamente. Por tanto, la capacidad de mezclarse genéticamente cuando hay compatibilidad física y la constante intervención humana a través de la  selección artificial hacen que las distintas razas sigan siendo parte de una única especie biológica: Canis familiaris.

Bibliografía
  1. Biology 11th Edición by Eldra Solomon, Charles Martin y Linda Berg

La historia de un dingo en Australia

Introducción

Dado a que me he encontrado con un par de publicaciones un tanto cuestionable sobre la ecología del dingo y su repercusión en el ecosistema australiano, he decidido hacer un breve análisis para tratar de esclarecer el controvertido impacto ecológico que esta especie tiene en Australia.

Dingo. Créditos de la imagen: Jason Edwards

La historia del dingo
Como muchos ya conocen, el dingo, es un cánido endémico de Australia. Tratándose del mayor depredador terrestre del continente. Perteneciendo al género Canis y a la familia Canidae, que también incluye lobos, zorros, coyotes y nuestro mejor amigo, los perros. Sin embargo, los dingos no tienen sus raíces evolutivas en Australia. Entonces, ¿cuál es su origen y cuando llegaron a Australia? ¿Y qué tan emparentados están con los perros?

Bueno, para responder a estas preguntas, es fundamental entender cómo era Australia y el sudeste asiático hace unos 18.000 años. Por aquel entonces, Australia y Nueva Guinea formaban una sola masa de tierra conocida como Sahul. Al mismo tiempo, gran parte del sudeste asiático estaba unida en otra masa de tierra llamada Sunda.

La plataforma de Sahul y la plataforma de Sunda, hace unos 12.000 años. Imagen extraída de Wikimedia commons.

Se sabe que los dingos se originaron en la región de Sunda (Savolainen et al., 2004), aunque su ubicación exacta sigue siendo un misterio. Algunos estudios han propuesto que su origen podría situarse en Asia Oriental, concretamente en el sur de China (Oskarsson et al., 2011; Freedman et al., 2013; Greig et al., 2015), mientras que otros han sugerido Asia central (Shannon et al., 2015). También se ha planteado un origen más amplio que abarcaría desde el sudeste asiático hasta Nueva Guinea (Ardalan et al., 2012), incluyendo a Taiwán como una región clave (Sacks et al., 2013).

Mapa que representa los posibles orígenes filogeográficos de los dingos, basado en la evidencia genética. De Filios y Tacon, 2016.

Pero independientemente de cual haya sido su origen, los dingos tuvieron que cruzar al menos 50 kilómetros de mar abierto para llegar a Australia, incluso durante los máximos glaciares, cuando el nivel del mar era considerablemente más bajo. No se conoce ningún otro ejemplo de un animal terrestre que haya realizado semejante travesía, lo que indica que los dingos fueron introducidos en Australia con la ayuda de los humanos. ¿Pero cuando llegaron?

La evidencia arqueológica indica que los dingos ya estaban ampliamente distribuidos en Australia hace unos 3500 años, con varios registros arqueológicos en múltiples ubicaciones geográficas, como Australia Occidental en Cueva de Madura, hace 3450 años (Milham y Thompson, 1976), Nueva Gales del Sur en Wombah Midden, hace 3450 años (McBryde, 1982) y en Victoria, en Fromm´s Landing, hace 3170 años (Mulvaney et al., 1964). Pero esto sigue sin responder a la pregunta.

Elementos seleccionados del entierro de un dingo. a) Fragmento maxilar derecho con vista dorsal de los dientes; b) vista lateral y medial de la hemimandíbula derecha; e) vista anterior y posterior del radio izquierdo. Las flechas en los húmeros indican daño por carnívoros; las flechas en el radio indican osteofitos. De Koungoulos et al., 2023

Otra pista que nos podría ayudar a resolver este rompecabezas es Tamania, una isla situada frente a la cosa sur de Australia. En Tasmania nunca se han encontrado restos arqueológicos de dingo, lo que indica que estos animales llegaron a Australia después de que Tasmania se separara como isla, hace aproximadamente unos 12.000 años.

Los estudios moleculares han demostrado que el dingo tiene una estrecha afinidad con el perro cantor (Canis hallstromi) (Savolainen et al., 2004). Esto sugiere que el dingo probablemente se introdujo una sola vez desde Nueva Guinea, y luego se extendió por toda Australia..

Perro cantor de Nueva Guinea. Créditos de la imagen: Valerie Abbott

Lo más interesante de todo esto es que, al observar a los dingos actuales, las poblaciones del este y del noreste presentan algunas diferencias genéticas entre sí, siendo las poblaciones del este las más estrechamente emparentadas con el perro cantor que los dingos del noreste (Cairns y Wilton, 2016). Es probable que las poblaciones del este hayan seguido manteniendo contacto con las poblaciones fundadoras hasta que Sahul se dividió en Nueva Guinea y Australia. Siendo en este punto, cuando los cánidos de Nueva Guinea divergieron, y las poblaciones orientales y occidentales de dingos continuaron viviendo juntas en Australia.

Adicionalmente, Surbakti et al. (2020) demostraron que los perros salvajes de las Tierras Altas de Nueva Guinea eran genéticamente basales del dingo y del perro cantor de Nueva Guinea, lo que indica, el posible origen tanto del dingo como el del perro de Nueva Guinea.

Dendograma de unión vecinal de perros de 161 razas coloca a los perros de las tierras altas dentro del clado de perros de raza del este asiático (dorado) y ártico (amarillo) en un clado monofilético con las otras poblaciones de perros océanicos (Los perros cantores de Nueva Guinea en rojo, dingos en azul en tres ramas indicadas con un asterisco). Las ramas con valores de bootstrap del 100% están marcadas con un punto en negro. Editado de Surbakti et al. (2020).

Se cree que su rápida expansión por el continente australiano pudo deberse a su relación con los humanos. Curiosamente, el dingo ocupa un lugar importante en la mitología aborigen de toda Australia (Rose, 1992), y su importancia se ve reforzada por el descubrimiento de enterramientos intencionales de dingos en la Tierra de Arnhem (Gunn et al., 2010) y varios yacimientos del sureste de Australia (Gollan, 1980; Pardoe, 1996). En base a la evidencia arqueológica, se sugiere que el dingo era visto de múltiples maneras, desde un compañero de caza y perro de campamento, hasta como una posible fuente de alimento (Corbett, 2011).

En cuanto a las representaciones de arte rupestre con dingos, estas son generalmente raras (Pardoe, 1986). No obstante, existen representaciones naturalistas del tamaño casi real, dibujadas con carboncillo (Tacon et al., 2012), que se se representan en asociación con humanos.

Pintura rupestre de un dingo y figura ancestral de la región de Laura, Queensland, Australia. De Fillios y Tacon, 2016.

La filogenia siempre dando problemas
Desde que los primeros colonos europeos llegaron a Australia, los dingos han sido comparado con perros. De hecho, los científicos han estado luchando continuamente por ponerse de acuerdo sobre su posición taxonómica.

Lo cierto es que el perro y el dingo no están muy separados evolutivamente, ya que pertenecen al mismo clado que los perros domésticos, siendo el dingo más bien un miembro basal de este grupo (Fan et al., 2016; Thalmann et al., 2013). Sin embargo el, dingo no se encontraba en un proceso de domesticación muy avanzado, ya que no ha sido criado selectivamente a diferencia de otros animales domésticos (Smith, 2015). Seguramente que, desde su llegada a Australia, inició un proceso de feralización, y el nuevo entorno provocó cambios en las regiones genómicas que regulan su metabolismo, el neurodesarrollo y la reproducción (Zhang et al., 2020).

Y aunque fenotípicamente parezca muy similar a un perro, realmente presenta diferencias morfológicas notables con esté, como un hocico más largo, premolares más largos, caninos más largos y delgados, bullas auditivas más grande, un cráneo más plano, con una cresta sagital y líneas nucales más grandes (Smith, 2015).

Por lo tanto, en base a sus características genéticas y anatómicas, así como a su aislamiento geográfico con respecto a otros miembros del género Canis, y sus diferencias fenotípicas, ecológicas y etológicas, se puede argumentar que el dingo constituye una población única, lo suficientemente diferenciada como para considerarse una forma distinta dentro del grupo (Smith et al., 2019).

Resumen de las relaciones evolutivas entre lobos, dingos y perros domésticos modernos. Esta figura sintetiza los diversos modelos de origen canino de vonHolt et al. (2010), Cairn y Wilton, (2016) y vonHolt y Driscoll (2016). Los dingos y otros linajes de antiguos perros, como los perros cantores de Nueva Guinea, forma un linaje distinto de los perros domésticos, que ha sido sometido a sucesivas generaciones de selección artificial

Pero, como siempre, tiene que haber un "pero" en la filogenía, el problema de todo esto es que el dingo, al ser un pariente tan estrechamente relacionado con los perros, puede llegar a hibridar con ellos. Esta capacidad de hibridación sugiere que el dingo no se ha diversificado lo suficiente como para poder ser considerado como una especie separada. Por ende, debería considerarse una subespecie del perro, como propuso Meyer en 1793, ya que, a nivel genético comparte muchas similitudes con los perros domésticos. En consecuencia, Canis familiaris dingo es el nombre más acertado con la evidencia actual.

¿Y qué repercusiones tiene esto? La hibridación entre animales ferales y sus contrapartes salvajes puede alterar las combinaciones de genes adaptativos, reducir la diversidad genética y, en algunos casos, llevar a la extinción a las poblaciones salvajes originarías (Stephens et al., 2015). Varios estudios basados en la morfología del cráneo y el color del pelaje han demostrado que los híbridos de dingo y perro son más frecuentes en áreas densamente pobladas, como el sureste de Australia (Stephens, 2011), que en regiones remotas, como el norte y el centro del país (Corbett, y  1985, 1995, 2001; Newsome y Corbett, 1985). Se cree que esta mayor proporción de híbridos en zonas pobladas refleja el mayor contacto que los dingos tienen con perros domésticos (Newsome y Corbett, 1985; ). En cambio, aquellas poblaciones de dingo que se encuentran en zonas remotas y con una menor presencia de perros domésticos, las diferencias de comportamiento entre dingo y perros parecen ayudar a prevenir la hibridación (Walters, 1995; Corbett, 2001).

Híbrido de dingo y perro. Imagen extraída de aquí.

Corbett (1995, 2001) expuso la teoría de que a un perro doméstico asilvestrado le resulta difícil integrarse con éxito y competir con una población grande de dingos que tiene una estructura de manada estable. Sin embargo, la presencia de genes "dingo" puede facilitar que los híbridos se infiltren en las poblaciones de dingo (Corbett, 1995, 2001). La proporción de genes de dingo en una población disminuirá a un ritmo más lento si los dingos se cruzan con híbridos en lugar de con perros. Por ejemplo, un híbrido resultado del cruce entre un dingo y un perro tendrá un 50% de genes de perro (Wilton, 2001) y el acervo genético se diluirá a la mitad con cada generación que se cruce con perros (Randi y Lucchini, 2002). En cambio, la descendencia de un cruce entre un dingo y un híbrido dingo-perro (con un 50% de genes de perro) solo tendrá un 25% de genes de perro. Pero a pesar de esto, la integración continua de genes de perro doméstico terminará provocando, tarde o temprano, la pérdida de diferenciación genética si no existe intervención o selección natural contra los híbridos y perros asilvestrados.

Esta discusión genética es lo que ha llevado a que, en ciertas regiones de Australia, se haya podido legalizar su caza, considerándose como plagas en Queensland, donde debe ser controlados (Fleming et al., 2001). Mientras que, en Nuevas Gales del Sur, Australia Occidental y Victoria, los dingos están protegidos en parques nacionales y áreas de conservación, pero son considerados plagas que deben controlarse fuera de estas zonas.

Un dingo muerto. Créditos de la imagen: Aaron Greenville.

Y aunque la legislación actual influye en dónde pueden conservarse los dingos, la principal limitación para los esfuerzos de conservación es que no se puede distinguir de manera fiable a los dingos de los híbridos (Fleming et al., 2001). Siendo el análisis de la variación genética y de la morfología craneal los dos principales métodos utilizados para estimar el grado de hibridación. Sin embargo, los métodos genéticos actualmente no son prácticos para su uso en el campo (Daniels y Corbett, 2003) y la morfología del cráneo no puede aplicarse de manera fiable a animales vivos (Corbett, 2001). En cuanto a su diferenciación, las características visuales del pelaje podrían representar una alternativa práctica para evaluar el grado de hibridación, pero la relación entre el fenotipo observado y el grado de hibridación aún no se comprende del todo.

No obstante, los dingos siguen siendo el depredador dominante en gran parte de Australia. Y aunque es cierto que el grado de hibridación pondría el peligro la persistencia del linaje genéticamente puro, esto no implica que tanto los dingos puros deban ser considerados como animales ferales. Dado que la evidencia genética demuestra lo contrario (Soulimi et al., 2024). Además, usar este débil argumento para justificar su erradicación solo agravaría el problema.

¿Tan malos como los pintan?
En contraste con estas percepciones, los dingos eran el mayor depredador terrestre existente de Australia continental en el momento del asentamiento europeo en 1788, cuando existían como animales salvajes y comensales en libertad. Debido a que el dingo es el mayor depredador terrestre de Australia, se ha sugerido que la especie probablemente tenga un papel ecológico positivo al regular la cadena trófica (Glen et al., 2007). Sabiéndose que, desde hace mucho tiempo se conocen diferencias dramáticas en la abundancia de canguros y en la composición de los conjuntos de mamíferos en presencia y ausencia de dingos, siendo estas diferencias un posible resultado de los efectos depredadores de los dingos (Rolls, 1969; Jarman et al., 1987; Newsome, 1990; Newsome et al., 2015).

Interacciones predichas asociadas con la recuperación del dingo (flechas sólidas). Los números entre paréntesis representan la secuencia predicha de eventos. Por ejemplo, si los dingos suprimen a los grandes herbívoros (p. ej., canguros y emús), entonces se espera que la biomasa de pastos y hierba aumente. Si los dingos también suprimen a los mesodepredadores (p. ej., zorros rojos y gatos salvajes), entonces se espera que los pequeños vertebrados aumenten. Aunque esta respuesta puede tardar más en manifestarse que la respuesta de la vegetación. Los invertebrados también pueden responder a las condiciones mejoradas de la vegetación y contribuir a la calidad del suelo. Sin embargo, la fuerza de todas estas interacciones pueden verse influenciada por la cantidad de lluvia e incendios (flechas discontinuas). De Newsome et al. (2015)

Los dingos, al ser el depredador ápice del ecosistema australiano, son depredadores generalistas, ya que, aunque se alimentan principalmente de mamíferos, pueden cambiar fácilmente su dieta en función de la disponibilidad de presas (Newsome et al., 1983). Por tanto, los taxones de presas predominantes de los dingos varían tanto espacial como temporalmente (Corbett, 1995; Pavey et al., 2008). Y aunque es probable que la llegada del dingo haya contribuido a la extinción del tilacino (
Thylacinus cynocephalus) y el demonio de Tasmania (Sarcophilus harrisii) en el continente australiano (Corbett, 1995).

Especies que se creen que probablemente se extinguieron por causa del dingo. A la izquierda, tilacino (Thylacinus cynocephalus), y a la derecha, demonio de Tasmania (Sarcophilus harrissi). Créditos de la imagen: Dr. Goding y Mathias Appel.

Todavía no se comprende bien cómo el dingo pudo haber influido en la extinción de estas dos especies. En el caso del tilacino, presentaba una morfología del codo característica de un depredador de emboscada, en lugar de un estilo cursorial típico de los cánidos sociales. Estas divergencias en sus métodos de caza indican una partición de nicho, lo que, por ende, pone en duda la hipótesis de superposición de nicho que plantea al dingo como la principal causa de su desaparición (Figueirido y Janis, 2011). Siendo la principal causa de su extinción el hombre (Prowse et al., 2013, 2014).

Los europeos colonizadores cazaron al tigre de Tasmania porque sospechaban que estaban matando a las ovejas que habían traído consigo. Imagen de dominio público de Wikimedia Commons.

Mientras que con el demonio de Tasmania, la cosa es más complicada. Aunque también se ha sugerido una posible competencia con el dingo, su extinción en el continente australiano pudo deberse a una combinación de factores que incluyen la presión del dingo, los cambios climáticos y la actividad antrópica (Prowse et al., 2014). Aunque el efecto del cambio climático se considera como un factor excluyente, dado que los análisis fisiológicos del demonio de Tasmania no muestran evidencias de un estrés ambiental lo suficientemente severo como para explicar su extinción en el continente (Morris et al., 2022).

Además, en base a los modelos ecofisiológicos y de nicho, demuestran que el demonio era capaz de soportar una amplia gama de condiciones climáticas, incluso durante periodos de mayor estrés hídrico o alimentario. Esto a punta, a que su desaparición del continente se debió principalmente a la intensificación de la presión humana durante el Holoceno tardío (Morris et al., 2022).

Independiente de las causa de extinción de estas dos especies. Los dingos parecen tener beneficios ecológicos generalizados y netos, particularmente en el control de grandes herbívoros, incluyendo herbívoros introducidos que son perjudiciales para la ecología y la economía (Dawson et al., 2022) y también pueden suprimir a los mesodepredadores invasores, como los gatos (Felis catus) y los zorros salvajes (Vulpes vulpes) (Johnson et al., 2006; Moseby et al., 2012; Schroeder et al., 2015; Cupples et al., 2011) responsables de la mayoría de las extinciones y disminuciones de mamíferos en Australia (Frank et al., 2014; Firth et al., 2010).

Mesodepredadores invasores en Australia, A la izquierda, gaot feral (Felis catus), y a la derecha, zorro (Vulpves vulpes). Créditos de la imagen: Universidad de Flinders y Harley Kingston.

Conclusión
Aunque es cierto que los dingos pueden ejercer cierto grado de depredación sobre la fauna amenazada, los mesodepredadores parecen ser los principales responsables de su disminución. En este sentido, proteger al dingo tendría un efecto más positivo que exterminarlo, ya que su desaparición provocaría un aumento en las poblaciones de mesodepredadores, lo que incrementaría la presión de depredación sobre pequeños vertebrados y sus consiguientes extinciones. Asimismo, las regiones donde las poblaciones de dingo controlan a estos mesodepredadores podrían representar un posible refugio para especies amenazadas (Sunfly et al., 2024).

A la vista está que se trata de un tema indudablemente controvertido y complejo. Aunque, en base a la evidencia, parece que podrían existir más consecuencias positivas que negativas. Esperemos que futuras investigaciones continúen arrojando luz sobre este tema y aporten más evidencia para tomas decisiones de conservación más informadas y equilibradas. Del mismo modo, trata de averiguar un método para la identificación y control de las poblaciones de perros asilvestrados, que como ya hemos visto, resulta una tarea intrincadamente difícil.

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