Introducción
La verdad es que no fue hasta hace poco (finales del 2024) que se me ocurrió esta pregunta. Si tenemos en cuenta que, a lo largo de miles de años, el ser humano ha modelado a los perros a su antojo mediante un intenso proceso de selección artificial, dando lugar a una asombrosa variedad de razas con características físicas, conductuales y fisiológicas extremadamente diversas. ¿Por qué no podríamos llegar a considerar todas estas múltiples variedades como especies separadas?
La pregunta y el experimento
Tradicionalmente, el concepto de especie se define como: "una o más poblaciones cuyos miembros son capaces de cruzarse entre sí en la naturaleza para producir descendencia fértil y no se cruzan con miembros de otras especies" (Solomon et al., 2018). Aunque esta es una definición bastante simple para este concepto, para el contexto en el que la vamos a utilizar es adecuada. Bajo esta definición, todas las razas de perro pertenecerían a la misma especie, dado que todas comparten la misma carga genética, es decir, pertenecen a la misma especie, Canis familiaris.
Sin embargo, lo que se expresa de manera diferente y sorprendentemente variado, es su fenotipo. Y es que, a pesar de compartir la misma especie, la variabilidad en tamaño, forma, color, comportamiento y otras características es lo que nos hace cuestionar hasta qué punto estas diferencias no podrían justificar una distinción a nivel de especie. Por ejemplo, imaginemos el siguiente experimento: supongamos que tenemos dos poblaciones de perros con la suficiente cantidad de individuos para evitar la endogamia. Estas dos poblaciones serían una de chihuahua y otra de san bernardos, imaginando que dichas poblaciones tienen los tamaños más extremos que pueden adquirir (lo san bernardos sería extremadamente grandes y los chihuahuas extremadamente pequeños).
Bajo este escenario, ambas poblaciones serían incapaces de reproducirse entre sí (los chihuahuas con los san bernardos y viceversa) de manera natural, debido a sus diferencias extremas de tamaño. Genéticamente seguirían perteneciendo a la misma especie, pero fenotípicamente son muy distintas. Si además suponemos que el ser humano no intervendría utilizando técnicas de reproducción asistida, como la inseminación artificial y dejamos el tiempo suficiente (seguramente, miles de millones de años), es muy posible (sino, casi seguro), que estas poblaciones sufran un proceso de especiación simpátrica, dando lugar a la divergencia y eventualmente al surgimiento de dos especies distintas, aunque muy estrechamente emparentadas.
Sin embargo, lo que se expresa de manera diferente y sorprendentemente variado, es su fenotipo. Y es que, a pesar de compartir la misma especie, la variabilidad en tamaño, forma, color, comportamiento y otras características es lo que nos hace cuestionar hasta qué punto estas diferencias no podrían justificar una distinción a nivel de especie. Por ejemplo, imaginemos el siguiente experimento: supongamos que tenemos dos poblaciones de perros con la suficiente cantidad de individuos para evitar la endogamia. Estas dos poblaciones serían una de chihuahua y otra de san bernardos, imaginando que dichas poblaciones tienen los tamaños más extremos que pueden adquirir (lo san bernardos sería extremadamente grandes y los chihuahuas extremadamente pequeños).
Bajo este escenario, ambas poblaciones serían incapaces de reproducirse entre sí (los chihuahuas con los san bernardos y viceversa) de manera natural, debido a sus diferencias extremas de tamaño. Genéticamente seguirían perteneciendo a la misma especie, pero fenotípicamente son muy distintas. Si además suponemos que el ser humano no intervendría utilizando técnicas de reproducción asistida, como la inseminación artificial y dejamos el tiempo suficiente (seguramente, miles de millones de años), es muy posible (sino, casi seguro), que estas poblaciones sufran un proceso de especiación simpátrica, dando lugar a la divergencia y eventualmente al surgimiento de dos especies distintas, aunque muy estrechamente emparentadas.
El problema (conclusión)
El problema de este experimento teórico que acabo de plantear aquí es: (1) sería prácticamente imposible conseguir una población lo suficientemente grande como para evitar la endogamia, se necesitarían cientos, o incluso millones, de individuos para mantener una alta diversidad genética y evitar el riesgo de la endogamia. (2) También sería imposible asegurar que todos esos individuos presenten los tamaños más extremos posibles de su raza. Y (3) incluso si se lograra los 2 puntos anteriores, se necesitaría una cantidad de tiempo evolutivamente significante (seguramente, millones de años) sin intervención humana para que ocurra una especiación real.
De todas formas, si hiciéramos este experimento sin contar con las condiciones planteadas en "La pregunta y experimento", lo más probable es que aquellos individuos que presentan tamaños compatibles para una reproducción práctica podrían reproducirse entre sí y mezclarse genéticamente. Por tanto, la capacidad de mezclarse genéticamente cuando hay compatibilidad física y la constante intervención humana a través de la selección artificial hacen que las distintas razas sigan siendo parte de una única especie biológica: Canis familiaris.
De todas formas, si hiciéramos este experimento sin contar con las condiciones planteadas en "La pregunta y experimento", lo más probable es que aquellos individuos que presentan tamaños compatibles para una reproducción práctica podrían reproducirse entre sí y mezclarse genéticamente. Por tanto, la capacidad de mezclarse genéticamente cuando hay compatibilidad física y la constante intervención humana a través de la selección artificial hacen que las distintas razas sigan siendo parte de una única especie biológica: Canis familiaris.
Bibliografía
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